En la Espada del Espíritu estamos llamado a ser “una comunidad de discípulos en misión“. Esta frase resume lo que DIos nos llama a ser (nuestra naturaleza) y lo que Dios nos llama a hacer (nuestro propósito). Este es el llamado de la Espada del Espíritu y también el llamado de cada comunidad local.
En toda época el Señor llama a hombres y mujeres para que lo sigan a él, a que dejen de lado la inquietud por su propia vida, y a que, confiando plenamente en su gracia, se entreguen generosamente a su servicio.
Nosotros hemos oído el llamado de Dios, un llamado a servirlo a él y a su pueblo en este tiempo, un tiempo de prueba y de desafío para el pueblo cristiano, un tiempo en el que él está derramando su Espíritu para renovar, restaurar y unificar a su pueblo.
Él se ha dirigido a nosotros como “La Espada del Espíritu”, un nombre que representa nuestro papel como organismo misionero que da testimonio de la palabra de Dios en esta época de combate espiritual. En respuesta a este llamado, hemos formado una asociación internacional ecuménica para poder congregarnos más eficazmente desde muchas naciones, culturas y tradiciones cristianas. Debemos estar vinculados en alianza con Él y unos con otros en comunidades locales y en una comunidad internacional de comunidades, para poder realizar la misión que él nos ha encomendado.
En resumen, vivimos nuestro compromiso cristiano, unidos por una alianza, un modo de vida en común y dedicados a un propósito y misión en común.
Ser una comunidad
Una comunidad de La Espada del Espíritu es un grupo de personas que se han comprometido a orar juntos, apoyarse unos a otros en un modo vida en común y llevar a cabo una misión en común. Las personas a veces usan el término “comunidad intencional” para tal esfuerzo.
Un modo de vida común significa no solo que nos reunimos juntos sino que acordamos un conjunto de valores sobre cómo vivir la vida cristiana. Estos se expresan en:
- Enseñanza sobre cómo vivir la vida cristiana en la era moderna, y ayuda cotidiana para hacer esto práctico en nuestras vidas
- Una enseñanza formada por el cristianismo ortodoxo, fundamentada en los credos, pero respetuosa de las diferentes iglesias de las cuales venimos
- Culto que se deriva de las tradiciones de las diferentes iglesias y en la obra particular del Espíritu Santo a través de los dones carismáticos
- Y apoyo de unos a otros en la vida cotidiana, para esto muchos de nosotros nos hemos mudado a vecindarios donde estamos a una distancia unos de otros que es fácil de caminar.
También nos describimos a nosotros mismos como comunidades de “alianza”. Hemos hecho compromisos para vivir nuestra vida unos con otros a largo plazo. Para que la comunidad funcione bien, debemos ser capaces de confiar los unos en los otros, y, en nuestra experiencia, esto requiere de un grado mayor de compromiso del que existe típicamente en la mayor parte de las iglesias.
Nuestra vida va más allá de una generación o un grupo de edad, y activamente promovemos las relaciones entre las generaciones. Esto beneficia a todos. Los jóvenes tienen muchos hermanos mayores en Cristo para que los cuiden y los inspiren, y las personas mayores y los solteros tienen la bendición de poder compartir la vida en familia. Nuestra esperanza y oración que nuestros hijos sean mejores discípulos de lo que nosotros somos, y para este fin ponemos muchos recursos en nuestro trabajo con los jóvenes.
La Espada del Espíritu tiene una cultura común fuerte que trasciende nuestras diferencias internacionales. Como resultado, cuando los miembros de diferentes comunidades se juntan, aunque pueden ser de diferentes partes del mundo, hay un sentido muy fuerte de que somos parte de la misma “comunidad internacional de comunidades”.
Las familias, residencias y los grupos pastorales son el corazón de nuestra vida. Una residencia puede estar compuesta de una familia, posiblemente con algunos solteros que viven con ellos, o puede ser un grupo de solteros que viven juntos. En estos ambientes aprendemos a vivir juntos día a día, y aprendemos a cómo amarnos unos a los otros como resultado de la convivencia. En el Evangelio de Juan (13:35), Jesús habla de cómo el amor que tenemos unos por otros les permitirá a otros ver que somos sus discípulos. Esa es nuestra esperanza y oración.
Ser discípulos
Ser un discípulo de Cristo significa darle a él el lugar central en cada área de nuestra vida. Esto no es fácil, y creemos que los cristianos necesitan un apoyo importante para hacerlo fielmente. A través de los años, las comunidades miembros de La Espada del Espíritu han desarrollado una serie de enseñanzas prácticas que le ayudan a las personas a vivir el cristianismo día a día.
Conforme los miembros nuevos se involucran en nuestra vida comunitaria, están invitados a ser parte de las sesiones de enseñanza y diálogo que a lo largo de un número de años cubren lo básico de vivir como discípulos en el mundo moderno, y de vivir en comunidad. Cada miembro es también parte de un grupo para el diálogo y rendición personal de cuentas. Todos nuestros miembros asumen un servicio dentro de nuestra comunidad, y muchos están activamente involucrados en varios de nuestros esfuerzos misioneros.
Estar en misión
Creemos en la misión evangelística – en contarles a otros las buenas nuevas sobre conocer personalmente a Dios a través de su Hijo Jesucristo y experimentar la vida transformadora de su Espíritu Santo. Contarles a otros estas buenas noticias es una parte integral de la vida cristiana según se retrata en el Nuevo Testamento.
Nuestras comunidades están involucradas en la misión con los jóvenes, estudiantes universitarios, profesionales jóvenes y familias – y, en algunas comunidades, una misión especial con personas que son marginados sociales. Parte de nuestro trabajo de misión se hace de forma individual y otras veces como comunidades o en misiones regionales.
Las comunidades a menudo proveen un contexto para hablar a otros sobre la vida en Cristo. Podemos decir simplemente, “vengan y vean” (Evangelio de Juan 1:39).
Creemos que Dios ha llamado a la Espada del Espíritu a existir en estos tiempos en los que la sociedad se hace cada vez más hostil hacia el mensaje de Cristo y se fragmenta cada vez más. Las comunidades cristianas proveen una fortaleza y un apoyo a los cristianos de forma individual, y nosotros creemos que a toda su Iglesia.
Creemos que estos nuevos tiempos, igual que muchos en la historia, están llenos de oportunidades para contarles a otros la buena noticia de que existe un Dios, un Padre amoroso, que cuida a cada persona. Creemos que los cristianos están llamados, no a una vida de autoprotección, sino a extender el llamado a todos – reconciliarse con Dios a través de Cristo, su Hijo amado, y a empezar a vivir una vida de bendición para siempre. Aspiramos a ser, como dice nuestro lema, “una comunidad de discípulos en misión”.
Ser ecuménicos
Creemos que Dios nos ha llamado a estar juntos desde muchas tradiciones e iglesias cristianas para ser un testimonio vivo del propósito de Dios para su pueblo de “reunir en él todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra” en su Hijo Jesucristo (carta de Pablo a los Efesios 1:10). Vivimos como hermanos unidos en un compromiso común y en un modo de vida común el cual nos permite apoyarnos unos a otros en vivir una vida celosa y disciplinada en Cristo, y al mismo tiempo respetar aquellas diferencias entre nosotros que reflejan nuestros diferentes contextos de iglesia y nuestros compromisos cristianos.
Creemos que podemos discernir en este momento de la historia un gran trabajo del Espíritu Santo para unir al pueblo cristiano en un reconocimiento mutuo de su filiación común en Cristo, un reconocimiento que puede formar un fundamento sólido desde el cual lidiar con muchas preguntas importantes que aún dividen al pueblo cristiano.
Creemos que el Señor desea superar las divisiones entre el pueblo cristiano (Evangelio de Juan 17:22-23). Por lo tanto nos unimos unos a otros como hermanos tanto en una respuesta a la forma en que Dios ha actuado en medio nuestro como en la creencia de que esto promueve la obra del Señor por la unidad y contribuye a la vida de las distintas iglesias y de todo el pueblo cristiano. Lo hacemos humildemente, reconociendo que nuestros esfuerzos son solamente una pequeña parte de lo que Dios está haciendo en el mundo actualmente.