No debemos tenerle miedo a una declaración clara de las exigencias del evangelio.
– por Bruce Yocum
“Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana”
Mateo 11:28-29
¡Qué pasaje más liberador y fascinante!
Jesús nos dice que seguirlo a Él es descansado, fácil y que no es una carga. Cuando yo crecía, entendía que ese pasaje significaba que Jesús nos ofrecía una vida sin restricciones, una vida las demandas ni los mandamientos del pasado. Jesús es un Dios de amor y gracia y gentileza; nos alivia que no tenemos que tenerle miedo como el pueblo de Israel temía al Dios de la antigua alianza.
Ese es el «evangelio» que yo escuché cuando era adolescente. Que noticia más tremenda, pensaba, que seguir a Jesús me libera de la necesidad de la disciplina y la obediencia.
Desde entonces, he llegado a consentir con un amigo cercano llamado Helmut Niklaus, que falleció recientemente. El veía las cosas de un modo un poco distinto. Por varias décadas el fue un líder de YMCA-Múnich, una gran misión para jóvenes. Durante esos años conoció a miles de jóvenes, muchos de los cuales venían de hogares cristianos. Pero evaluando las condiciones de la juventud moderna en occidente, viéndolos en el día a día, Helmut decía: «Uno de los mayores problemas entre los jóvenes cristianos hoy en día es que les falta el apropiado temor del Señor».
¿Qué significa temer al Señor?
A menudo lo relacionamos con vivir bajo un Dios tirano, obedeciendo sus leyes y reglas por medio al castigo.
Pero realmente esta percepción está distorsionada. Según la perspectiva de Helmut — y la mía — los jóvenes de hoy en día sufren tremendamente el estar en un estado de falsa libertad que no conoce leyes, ni restricciones, ni obediencia, ni disciplina. Ese no es el «descanso para los que están cansados» del que Jesús habla en el capítulo 11 de Mateo.
Jesús está hablando de entrar a su camino y convertirse en su discípulo. El yugo es el yugo de su palabra y su enseñanza. Es «suave» y «liviano» no porque no haya obediencia ni disciplina, sino porque es la enseñanza y el modo de vida que Dios diseñó para los seres humanos. La gente tiene la elección de vivir según el modo de Dios o de convertirse en esclavos de sus propios deseos y pasiones y del príncipe de este mundo.
El modo de Jesús, el yugo de su enseñanza, la disciplina de la obediencia a Dios — estas cosas nos dan vida, descanso y nos reaniman.
Mi amigo Helmut había visto la tristeza, el dolor y el sufrimiento de aquellos que se habían «liberado» de la obediencia a la ley de Dios. Todos hemos visto el fruto de la promiscuidad, de la rebeldía, de la búsqueda del placer en las vidas de quienes nos rodean, tanto los jóvenes como los viejos.
Esta tragedia frecuentemente se agrava por aquellos que deberían estar enseñando el camino de Dios. Juan Pablo II una vez dijo «Podríamos decir que Europa hoy en día… con la colaboración de muchos estudiantes de teología, y sobretodo de teología moral, se defiende muy eficazmente de la necesidad de conversión. Antes, la tarea de la teología… era cómo seguir, cómo ir lado a lado con el proceso de conversión. Ahora pareciera liberar a la persona humana, en nombre de la dignidad de esa persona, de la necesidad de convertirse.»
Pero no puede haber ninguna «libertad de la necesidad de conversión». Jesús nos llama a hacerlo nuestro Señor, también nos llama a vivir completamente de acuerdo con su palabra. Este es el llamado a la conversión.
Hoy en día, muchos de nosotros, ya sea maestros, padres, pastores o líderes de jóvenes, tenemos miedo de enseñar sobre la necesidad de una conversión completa de la vida de quienes pertenecen al Señor. Al no predicar con firmeza y claridad esta necesidad de conversión, evitamos que quienes nos oyen se puedan someter humildemente al yugo de la enseñanza de Jesús y encontrar en ella vida y ánimo.
Lee el pasaje otra vez. El yugo del discipulado es suave; la carga de la enseñanza de Jesús es liviana. No tenemos nada que temer del evangelio, y tampoco los que nos escuchan.
Este artículo se publicó originalmente en New Covenant Magazine, en Febrero de 1989. Tomado de El Baluarte Viviente Febrero 2015. Usado con permiso.
Bruce Yocum (1948 – 2022) estuvo involucrado en el liderazgo y enseñanza por muchos años en la Renovación Carismática Católica y en el movimiento de Comunidades de Alianza que inició a fines de la década de 1960 e inicios de la década de 1970, y en la Espada del Espíritu. Viajó extensamente a muchas comunidades de la Espada del Espíritu para equipar y entrenar líderes comunitarios en Norteamérica, Europa y el Medio Oriente, Latinoamérica y el Pacífico Sur. Bruce Yocum fue un miembro de por vida de Los Siervos de la Palabra, una hermandad ecuménica e internacional de hombres que viven solteros para el Señor. Sirvió como Anciano Presidente de los Siervos de la Palabra por trece años (1989-2003).