Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido, siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos.
Efesios 4:1-6
Comentario
En estos versículos, el apóstol Pablo deja claro que la unidad es una expresión de la vida trinitaria, que se revela en nosotros al hacer nuestros y poner en práctica los dones de la fe, la esperanza y el amor.
En primer lugar, Pablo nos exhorta a amar. Aquí toma dos direcciones. La primera va a lo interior, hacia la humildad, la mansedumbre y la paciencia, todas ellas señales del poder transformador de Dios. La segunda es hacia afuera, se demuestra con la paciencia y el servicio activo (haciendo todo lo posible para cumplir el llamado al ágape), y se realiza por el Espíritu que actúa en nosotros y por medio de nosotros. De este modo, la unidad es el fruto de la conversión y la santificación.
En segundo lugar, Pablo basa la unidad en el fundamento teológico de la fe, que se centra en el único Señor Jesucristo, y en el único Dios, el Padre soberano. Nuestra conexión con ese centro, independientemente de la tradición que representemos, es el bautismo. Al utilizar la palabra bautismo, Pablo nos presenta una visión de la gracia de Dios que es nuestra por medio de la cruz del Cordero y de su victoria sobre la muerte.
Por último, la unidad es un signo del reino eterno de Dios vivido en el ahora. No sólo nos impulsa a la unidad nuestra experiencia del poder del Espíritu que nos conecta con la muerte y la resurrección de Jesús; también nos impulsa nuestra expectativa de que el Padre hará cumplir su propósito perfecto en el retorno del Hijo.
Así pues, la fuente de la unidad -y quizá su mayor bendición- es que esta reside en el propio Dios Trino y se origina en Él, nos llega como un don de Dios y está a nuestra disposición para vivirla por medio del mismo poder que nos trasladó de las tinieblas al reino de la luz.
Intercesión
Señor, ayúdanos a cambiar nuestras actitudes cuando no nos amamos como debiéramos. Cámbianos para que te veamos en todos, y para que aprendamos a preocuparnos los unos por los otros a pesar de nuestras diferencias. Te agradecemos que hayas puesto tu Espíritu Santo en cada uno de nosotros cuanto te abrimos nuestras vidas. Te pedimos que seamos capaces de avanzar en el amor mutuo, dando así testimonio de que tú vives en nosotros, y para que todos sepan que tú eres nuestro Señor. Amén.