Un testimonio de Ana María de Montero
Mi nombre es Ana María de Montero. Soy una mujer casada, con hijos y nietas. Tengo compromiso solemne con la comunidad Árbol de Vida, en Costa Rica desde hace 27 años. Conocí al Señor en el programa evangelístico para universitarios cuando tenía 20.
Provengo de una familia católica tradicional, de las que van a misa los domingos y en los días de guardar; pero nada más que eso. Al hacer mi compromiso con la comunidad, una de las promesas que hice fue participar fielmente de mi iglesia. Esto me animó a conocer, a estudiar, a aprender cada día un poco más sobre mi propia Iglesia Católica. Así, he aprendido a amarla y a encontrar su apoyo, conocimiento y consuelo.
Cuando me explicaron que Árbol de Vida y la Espada del Espíritu eran comunidades ecuménicas, tuve que empezar por preguntar: ¿Qué significa ecumenismo? Y ahí fue cuando empecé a descubrir otras bendiciones en mi vida cristiana en una comunidad ecuménica, como fue el comenzar a conocer hermanos y hermanas evangélicos. Con ellos, he aprendido a imitar su amor por la Palabra de Dios, cómo la estudian, la memorizan, la hacen vida en cada uno de sus días. Durante varios años estuve a cargo del Ministerio de Niños y mis hermanos evangélicos me instruyeron. Es admirable el celo con que evangelizan a los niños y todos los maravillosos recursos que desarrollan con este propósito. Los campamentos que juntos organizamos, donde brindamos un ambiente de diversión sana, amistad, hermandad y evangelización, han creado tierra fértil para la conversión de tantos jóvenes.
Ahora sí puedo responder a la pregunta ¿Qué es ecumenismo? Es responder al llamado que nos hizo Jesús de ser uno. Es parte de esa corriente de gracia del Espíritu Santo que nos une en tantas cosas que tenemos en común y nos permite respetar nuestras diferencias, para que no nos separen, en nuestros esfuerzos por la construcción del Reino.