– por Franciny Jimenez
Mi nombre es Franciny Jiménez, tengo 28 años y soy parte de la Comunidad Árbol de Vida en Costa Rica. Soy católica muy devota. Me casé el 27 de julio del 2018 con un hombre que no es católico, su nombre es Uriah Wilson y él es bautista. Tal vez se pregunten cómo ha funcionado esto entre los dos. Bueno, el Señor ha sido grande y misericordioso con nosotros.
Entramos a CEM (el grupo universitario de Árbol de Vida) cuando estábamos en la universidad y éramos amigos. Allí creció el sentimiento que teníamos uno por el otro, pero para mí no dejaba de ser difícil el asunto de que él no fuera católico. Me preguntaba cómo podría funcionar eso a largo plazo, tenía dudas. Al paso del tiempo nos invitaron a formar parte de la comunidad y desde entonces ha sido una gran bendición para nosotros tanto en la vida personal de cada uno como nuestra vida de pareja. Encontramos un lugar donde podemos compartir nuestra fe cristiana y donde se enfocaran en las cosas que tenemos en común y no en las diferencias de nuestros contextos cristianos.
En nuestro proceso para discernir el llamado al matrimonio la comunidad un instrumento clave del Señor. Ahí tuvimos la oportunidad de conversar con un matrimonio ecuménico, donde el esposo es Evangélico y la esposa Católica. Escuchamos su testimonio de vida en cuanto a su familia, la crianza de sus hijos y cómo han manejado sus diferencias. Del mismo modo, en comunidad pudimos ver otros matrimonios ecuménicos, y eso nos animó a ver sí es posible y que era agradable al Señor que pudiéramos formar una familia desde nuestros contextos diferentes.
Un matrimonio comunitario nos dio un curso de preparación para el matrimonio y esto fue clave pues ellos entendían nuestra relación y las diferencias doctrinales que debíamos enfrentar. Fue muy enriquecedor, ya que fuera de la comunidad, la gente a veces no comprende este tipo de unidad y muchos pastores o dirigentes de las iglesias suelen estar cerrados al ecumenismo. Por esto fue una bendición poder recibir el curso en la comunidad y confirmar una vez más la voluntad de Dios para nuestras vidas.
El Señor nos ha hablado al corazón, a través de hermanos comunitarios, a través de oraciones y de su palabra, para confirmarnos que nuestra unión es una gran bendición y un ejemplo para los pueblos, sobre la unidad como cristianos a la que nos llama Dios.
Es increíble cómo Dios va colocando las piezas en nuestra vida, y aún en circunstancias que pensamos que no tienen sentido, Él les da un giro y toman todo el sentido. El Señor me ha mostrado su amor y su fidelidad, y me ha bendecido con un hombre cristiano preocupado por su relación con Él y nos ha permitido ser parte de una comunidad de hermanos que nos ayudan a crecer y a seguir siendo testimonio del amor de Dios entre nosotros.
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Franciny Jiménez es miembro de la Comunidad Arbol de Vida en San Jose, Costa Rica. Tomado del Folleto de la Espada del Espíritu para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Usado con permiso.