Mateo 2:12 “Se retiraron a su país por otro camino.”
Más allá de las vías conocidas de separación, hacia los nuevos caminos de Dios
Lectura:
Reflexión:
No sabemos qué pensaron los sabios –que eran expertos en astronomía y navegación– cuando se les advirtió que debían regresar por otro camino. Es posible que estuvieran muy confundidos, pero la misma luz que iluminaba su viaje les mostró que había otro camino, otra posibilidad. Fueron llamados a cambiar de rumbo.
A menudo nos encontramos atados a nuestras formas familiares de hacer las cosas y de ver el mundo. Cuando estas formas o «caminos» se cierran, nos preguntamos cómo proceder y continuar el viaje. La divina providencia de Dios siempre está ahí para mostrarnos que hay otro camino preparado para nosotros. Dios está ahí para renovar su alianza con nosotros y levantarnos de la frustración que experimentamos cuando encontramos un obstáculo. Solo tenemos que confiar en que el Dios eterno que nos dio la luz, siempre puede abrirnos paso hacia adelante cuando nuestros caminos y senderos están bloqueados. Un nuevo comienzo siempre es posible cuando estamos dispuestos y abiertos a la obra del Espíritu.
Como cristianos en la Espada del Espíritu, compartimos el llamado de Dios a caminar juntos como compañeros de peregrinación. Miramos al futuro con discernimiento, humildad y coraje en busca de nuevos caminos, para que sigamos haciendo brillar la luz del Evangelio con un fervor renovado y acogernos unos a otros como Cristo nos acogió para la gloria de Dios.
Oración:
Dios bondadoso, cuando sólo conocemos un camino y pensamos que debemos volver a él, o cuando creemos que todos los caminos están bloqueados y caemos en la desesperación, siempre estás ahí. Tú eres el Dios de las promesas renovadas. Te encontramos abriendo un nuevo sendero ante nosotros, uno que no esperábamos. Te damos gracias porque superas nuestras expectativas. Te damos gracias porque tu sabiduría sobrepasa nuestra comprensión. Y te damos gracias por la creatividad de tus caminos, que abren posibilidades imprevisibles. Si buscamos en nuestros mapas y no encontramos un camino, siempre te encontramos a ti, que nos conduces por el más acertado y extraordinario de los caminos. Te pedimos, por Jesucristo nuestro Señor, en comunión con el Espíritu Santo, que nos conduzcas siempre hacia ti. Amén.
Testimonio Cristiano: No puedo más que agradecer a Dios
Ferial Baz es miembro de la comunidad Pueblo de Dios en Beirut.
Mi padre era Griego Ortodoxo y mi madre Maronita (católica). Crecí yendo a ambas Iglesias, pero sin estar arraigada a ninguna de ellas. Me gustaba celebrar el Domingo de Ramos y la Pascua dos veces al año. Eso era todo lo que sabía del cristianismo en aquella época.
Aún en la preadolescencia y al ser ávida lectora, tenía una suscripción anual a una biblioteca bautista donde podía tomar libros prestados y leerlos cuando quisiera. Fue así que conocí una versión diferente del cristianismo: La Iglesia Bautista. Al inicio, me sentí atraída por las reuniones de jóvenes y empecé a leer la Biblia por mi cuenta. Pero poco a poco, fue creciendo un vínculo directo con la iglesia bautista y me convertí en miembro fiel de la misma. Ahí conocí a mi esposo, quien, al igual que yo, también era ortodoxo de nacimiento. En el año de 1984 nos casamos y, más tarde, tuvimos tres hijos y una hija.
Al inicio de nuestro segundo año de matrimonio, asistimos a un Seminario de Vida en el Espíritu, aunque desde 1977 habíamos empezado a asistir a las reuniones abiertas de la comunidad Pueblo de Dios. Al vivir en un Líbano devastado por la guerra durante los años 70 y principios de los 80, no pudimos unirnos al Pueblo de Dios sino hasta después de la guerra.
Sin embargo, tras el nacimiento de nuestro tercer hijo, empecé a tener dudas sobre la Iglesia. Me sentía seca por dentro, algo me hacía falta. Mi esposo también estaba pasando por una crisis personal. Después de consultar con algunos líderes de Pueblo de Dios, nos aconsejaron que exploráramos la posibilidad de asistir a la Iglesia Ortodoxa, ya que era la Iglesia en la que fuimos bautizados originalmente.
Seguimos este consejo gradualmente. El primer año, todo nos parecía muy extraño, y también a nuestros hijos. Echaban de menos a sus amigos de la escuela dominical.
Pero poco a poco, la sequedad de mi corazón fue disminuyendo. La adoración, los salmos, las letras de los cantos, las letanías y todas las hermosas oraciones de la Iglesia Ortodoxa llegaron a lo más hondo de mi alma y abrieron mi corazón a una nueva dimensión en la adoración, llamándome a buscar una mayor profundidad en mi relación con el Señor y con la Iglesia Ortodoxa.
Ahora, treinta años después de esta experiencia, no puedo más que agradecer a Dios por la Iglesia Bautista, que fue la primera que abrió mi corazón al amor de Dios y al amor por su Palabra. También doy gracias al Señor por la sabiduría que ha conferido a mis hermanos de Pueblo de Dios para orientarme de nuevo a la Iglesia a la que pertenezco ahora.
Nuestros hijos fueron bautizados en la Iglesia Ortodoxa, y no solo crecieron en medio de la vida comunitaria de Pueblo de Dios, sino también en nuestra parroquia ortodoxa. Ahí mismo, dos de ellos se convirtieron en cantores, mi esposo forma parte del comité administrativo y yo soy lectora.
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