–  por Sam Williamson 

Yo estudié en una secundaria especializada en Detroit, Michigan. Cass Tech era una preparatoria para la universidad que enfatizaba en las ciencias y las artes. Una noche antes de una exposición de arte, un vándalo ingresó, pintó sobre varias pinturas y golpeó docenas de esculturas con un mazo.

Imagínense el enojo y la angustia de las víctimas: todas las horas de creatividad perdidas, los sueños destruidos de las obras maestras. Pero las horas y los sueños no fueron lo que más afligió a las víctimas. Un amigo me dijo: “¡fue como si los rufianes me hubieran martillado a mí!”

Porque todo arte es hecho a imagen de su creador.

En ese sentido, toda la creación refleja a Dios: la belleza del atardecer y la gloria de la media luna, las montañas nevadas y los océanos espumosos, todos reflejan la gloria de Dios.

Sin embargo, fue hasta que Dios hizo toda la naturaleza que dijo: “Hagamos al hombre, en nuestra imagen y semejanza”. Se necesita más que simplemente ser parte de la creación para reflejar profundamente a Dios.

Simple o profundo
La palabra hebrea para “imagen” (cuando Dios habla de crear a la humanidad) significaba originalmente la sombra o el reflejo. Requería al Sol. Esto significa que Dios es el Sol y nosotros somos las Lunas. Para ser imagen de Dios, necesitamos que el esplendor de Dios brille sobre nosotros y, finalmente, a través de nosotros.

En el sentido más simple de ser imagen de Dios: los repollos y las almejas así como la Madre Teresa y Judas Iscariote pertenecen a la creación en general. Todos reflejan, en cierto grado, al gran artista.

Pero en el sentido más profundo, Dios nos permite elegir si lo reflejamos o no; decidir ser Lunas en lugar de Soles. Adán y Eva eligieron la gloria personal; querían ser la luz en lugar del espejo.

Deísmo
Muchos líderes de pensamiento de la Ilustración creían en una teología llamada deísmo. El deísmo dice que Dios creó el mundo, lo puso en marcha como juguete y se sentó a observar qué pasaba. Dice que Dios se niega a intervenir en los asuntos del mundo.

Es por eso que Thomas Jefferson eliminó lo sobrenatural de La Biblia; porque creía que Dios ya no actúa en nuestros tiempos. A Jefferson le gustaba la moral de Jesús, pero no le gustaban los milagros de Jesús.

El reflejo simple de Dios puede ser un poco como el deísmo. No lo necesitamos más. Él nos hizo a su imagen y nosotros lo reflejamos, sin necesitar su ayuda. Pregúntenle a cualquier caracol.

Pero el sentido más profundo requiere de la acción de Dios en nosotros hoy mismo. Requiere una humanidad que acepte la necesidad de que Dios mismo haga su obra por medio de nosotros. Significa que debemos elegir su gloria sobre la nuestra y decir: “a menos que el Señor construya la casa, en vano trabajan los albañiles” (Salmo 127:1).

La humildad de reflejar a Dios
El Rey Saúl perdió su reino cuando “construyó un monumento en su propio honor”. Dios le dijo: “empezaste pensando poco de ti mismo, y eso estaba bien; pero ahora estás tomando para tu propio honor”. El Rey Saúl quería ser el pintor y no la pintura.

Se necesita humillad para reflejar profundamente a Dios: ya no vivimos para dejar nuestro legado como Adán y Saúl. Pero eso es difícil. Nuestra carne pecaminosa quiere que los demás nos respeten, acepten nuestras ideas y le gusten nuestras publicaciones en Facebook. Deseamos un monumento en nuestro honor.

Intentamos tomar toda la gloria que podamos. Y en ese mismo acto de tomarla, vandalizamos nuestra profunda semejanza de Dios. En nuestro camino al estrellato pintamos sobre las pinturas de Dios y martillamos sus esculturas.

Abandonemos nuestra búsqueda de un legado personal: es más glorioso ser la Luna que un caracol.

Sam

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Sam Williamson ha publicado numerosos artículos y ha escrito dos libros. Tiene un blog www.beliefsoftheheart.com © Copyright 2017, Beliefs of the Heart, Ltd. Todos los derechos reservados. Beliefs of the Heart, Ltd. All rights reserved. Tomado de El Baluarte Viviente Octubre-Noviembre, 2018. Usado con permiso.