– por Steve Clark

Cuando las iglesias experimentan una auténtica renovación aparecen comunidades.

Uno de los signos de una auténtica renovación espiritual es el nacimiento de nuevas comunidades cristianas. Algunas de estas comunidades se forman para vivir una vida cristiana más plena diariamente. Otras se unen entre sí para el servicio de apostolado. Algunas hacen ambas. Su vida juntos es una respuesta el Espíritu Santo que dirige a los cristianos a amar a Dios y al prójimo de un modo más profundo.

Todos los períodos importantes de renovación vieron el nacimiento de nuevas comunidades. Podemos pensar en monasterios (como los Benedictinos) como comunidades de sacerdotes que vivían juntos para dar culto a Dios y, a menudo, administrar escuelas, parroquias y similares. Pero la historia nos muestra que estas comunidades monásticas son el resultado de un movimiento de renovación más amplio que tocó a muchos individuos, la mayoría de los cuales no vivió en comunidades. La mayoría de los monasterios empezaron como comunidades laicas.

Al inicio de la Edad Media se vio también un movimiento de renovación. Primeramente se describió como la renovación evangélica por su énfasis en la predicación del Evangelio. Esta renovación dio origen a las comunidades que hoy conocemos como las órdenes mendicantes – Franciscanos, Dominicos, Carmelitas, así como otras comunidades laicas como los grupos de la tercera orden, confraternidades y asociaciones usualmente compuestas por personas casadas.

El mismo desarrollo de vida comunitaria surgió de los otros períodos de renovación y reforma en el siglo dieciséis, la renovación religiosa de inicios del siglo diecinueve y, por sorprendente que parezca, en nuestro propio tiempo. El declive de la vida de iglesia es más evidente en estos días. Sin embargo, también es un tiempo de renovación, evidenciado por la proliferación de comunidades alrededor del mundo.

Aunque algunas de estas comunidades son célibes, la mayoría son laicas y predominantemente compuestas or personas casadas y solteras. La Espada del Espíritu es una comunidad de comunidades con más de 90 comunidades de alianza y 100 movimientos en 29 países, con una unidad basada en enseñanzas, misión, estructuras y un modo de vida comunes

Las comunidades de alianza son el fruto de la larga tradición de comunidades cristianas y comparten sus características. Primeramente, se basan en un llamado. A menudo un llamado a una espiritualidad particular, a veces a un modo de vida con rasgos especiales, otras veces a un servicio particular.

Aquellos que pertenecen a dichas comunidades lo hacen porque han experimentado un llamado de Dios a vivir la vida del Evangelio de un modo particular, según un carisma o vocación especial. Ellos asumen compromisos especiales y un modo de vivir que fluyen de ese llamado. A estos no se les pide más que lo que dice el evangelio, pero así como los compromisos del matrimonio, son una forma de vivir el Evangelio con fidelidad a un llamado particular que no todos los cristianos comparten.

Las comunidades de alianza también están basadas en un compromiso especial que les da estabilidad para poder construir una vida comunitaria. Las comunidades de alianza hacen un compromiso en la forma de una alianza, una promesa mutua de buscar al Señor según su llamado particular.

Tales compromisos son compromisos entre los miembros y con el modo de vida. Tradicionalmente, estos han sido compromisos a una regla de vida. Hacemos compromisos para poder contar los unos con los otros al vivir para el Señor, para perseverar en nuestras buenas intenciones y para que esperemos que otros no ayuden y nos animen. Cuando nos ayudan a hacer lo que creemos que estamos llamados a hacer y nos hemos comprometido a hacer, no estamos siendo coaccionados sino apoyados.

Las comunidades de alianza tienen líderes que ejercen ciertos elementos de autoridad personal en la vida de quienes pertenecen a ellas. Esa autoridad es limitada. Solo se ejerce en el servicio de los propósitos comunes a los que los miembros de la comunidad se han comprometido.

La tradición cristiana le da un alto valor al espíritu de obediencia, porque la autoridad puede ser un servicio que nos ayuda a amar a Dios y al prójimo. Otros que representen para nosotros el bien común y nos inviten a darle a Dios lo que le prometimos, aún cuando lo que ellos mismos hacen es limitado y errado tal y como todo servicio humano tiene errores, y nos apoyen en nuestra vida cristiana.

Las comunidades cristianas en el mundo moderno son frágiles. Si algo como la familia, tan enraizado en la naturaleza humana, está sujeto a las dificultades que está hoy en día, cuánto mas la vida en comunidad cristiana. En los países occidentales, los matrimonios frecuentemente terminan en divorcio. Muchos niños son heridos por vivir en familias que no funcionaron bien. Sin embargo no decimos que debamos abolir la familia porque ha dejado de funcionar bien. Así mismo, aunque las comunidades cristianas muestran los mismos signos de estrés al tratar de sobrevivir en el mundo moderno, los cristianos querrán mantenerlas cuando se pueda.

Las comunidades cristianas también son presionadas por algunos sectores (aunque claramente no todos) del mundo evangélico o fundamentalista que habla negativamente de la vida común comprometida y sus valores de sumisión y estabilidad. Estas presiones pueden venir fuertemente de círculos carismáticos que valoran fuertemente la guía subjetiva del Espíritu sobre la enseñanza, la tradición y la autoridad de la iglesia, y consideran que el individualismo sin restricciones es sinónimo de libertad. Aun cuando estas corrientes son consideradas problemáticas por la mayoría de las iglesias, los cristianos ortodoxos deberían ser especialmente capaces de reconocer cuán ajeno es ese enfoque al valor de la tradición cristiana.

El mundo moderno puede presentar sus retos para algo tan antiguo como la tradición de las comunidades cristianas en las iglesias, pero así como la propia iglesia cristiana, la tradición es un árbol antiguo que es capaz de extender nuevos brotes.


Este artículo © por Steve Clark es una adaptación del original publicado New Covenant Magazine, Septiembre 1991, Ann Arbor, Michigan, EEUU. Tomado de El Baluarte Viviente Septiember/Octubre 2020. Usado con permiso

Steve Clark es uno de los líderes fundadores, autores y maestros de la Renovación Carismática Católica desde sus inicios en 1967. Steve fue presidente de la Espada del Espíritu, una asociación ecuménica internacional de comunidades de alianza carismáticas alrededor del mundo. El es el fundador de los Siervos de la Palabra, una hermandad ecuménica internacional de hombres misioneros que viven solteros para el Señor.

Steve Clark ha escrito varios libros, entre Bautizados en el Espíritu y Dones Espirituales, Encontrando Nueva vida en el Espíritu, Creciendo en la Fe, ¿Cómo conocer la voluntad de Dios?, Construyendo Comunidades Cristianas, Hombre y Mujer en Cristo, El Antiguo Testamento a la luz del Nuevo.

Foto: Reunión de oración de una comunidad de alianza por Nico Angleys. Usada con permiso