Martirio y persecución

– por Jean Barbara

Martirio: Por martirio, normalmente queremos decir morir por Cristo. Pero la palabra griega ‘mártir’ también es la palabra para ‘testigo’. Cada discípulo de Jesús es esencialmente un ‘testigo’ (Hechos 1:7-8), y por tanto un ‘mártir’. Tradicionalmente, el martirio se entendía en tres formas: un testimonio por la palabra, es decir, la evangelización; un testimonio por la vida, es decir, obediencia a Cristo y a su voluntad (Hechos 5:24-32); y un testimonio de sangre, es decir, derramar la propia sangre por la verdad del Evangelio. Hechos 6–7 describe cómo Esteban vivió estas tres formas de martirio de una manera excelente.

Mientras las dos primeras formas de martirio son el pan de cada día de todo discípulo, la última forma está reservada para unos pocos. Aunque decir ‘unos pocos’ es tal vez una subestimación. Solo durante los dos años 2015 y 2016, hubo más mártires cristianos que todos los mártires desde Esteban.

Pero, ¿cómo pueden abrazar con gozo los hombres y las mujeres la idea de morir como mártires? Yo creo que la respuesta es que su amor por estar con Dios en el cielo era mayor que su deseo de vivir en la tierra (ver Filipenses 1:23).

Podríamos hacernos la pregunta: “¿Por qué existe algo como el martirio?” La respuesta radica en el misterio de Dios que acepta el sacrificio de la vida de un mártir y la derrama de regreso en forma de nueva vida para muchos. Después del martirio de Esteban, la Buena Nueva se esparció rápidamente más allá de las fronteras de la Tierra Santa, impartiendo vida espiritual a los gentiles. En nuestros tiempos, cuando el gran número de mártires ha alcanzado proporciones sin precedentes, ¿no deberíamos esperar una difusión del Evangelio y un derramamiento del Espíritu sin precedentes?

Persecución: Ninguna persona en sus cabales buscaría la persecución, pero el Señor nos prometió bendición y gozo en ella (Mateo 5:10-12). Hoy en día la persecución está llegando de los lugares más inesperados, de la sociedad moderna, llamada ‘civilizada’, que adora la ‘tolerancia’ pero que es tan intolerante hacia el cristianismo y que ha entronizado la persecución en el marco de la ley nacional.

Considerando esto, ¿cuál debería ser nuestra postura? Fundamentalmente, la misma que la de los Apóstoles que hacían alarde y se regocijaban cuando ‘merecían’ la persecución (Hechos 5:41, 1 Pedro 4:12-15). En ocasiones, debemos escapar (Mateo 10:23); necesitamos ser astutos, inocentes, y estar en guardia, pero no tenemos que estar preocupados, porque el Espíritu Santo hablará y actuará en nosotros de una manera excepcional (Mateo 10:16-20).  Como en el martirio, existe un misterio en la persecución: no solo hace avanzar la misión, sino que también la acelera (Mateo 10:23).

Unidad: Tal vez otro misterio está en acción cuando el martirio y la persecución se juntan, tal y como muchos cristianos lo están experimentando en el mundo de hoy: esto conduce a una unidad más profunda entre aquellos que sufren. Nuestras diferencias, aunque importantes, ahora parecen pequeñas cuando estamos peleando por una causa que es mucho más importante que nuestras diferencias: la salvación del mundo entero, una causa por la que nuestro Señor mismo sufrió tanto la persecución como el martirio.

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Jean Barbara es el Presidente de la Espada del Espíritu y vive con su familia en Beirut, Líbano.