– por Don Schwager

La expresión “¡Maranatha!” era un lema y una oración clave entre los primeros cristianos. Es una palabra aramea que consiste en una combinación de dos palabras “marana – tha” que literalmente significa “el Señor viene” o en el caso imperativo “ven, Señor”. El apóstol Pablo usó esta palabra aramea al final de su primera carta a los corintios, en capítulo 16, versículo 22: “¡ven, Señor!”

Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes. Hagan todo con amor… Si alguno no ama al Señor, quede bajo maldición. ¡Maranatha! Que la gracia del Señor Jesús sea con ustedes. Los amo a todos ustedes en Cristo Jesús. Amén.

Muchos cristianos usan esta expresión actualmente durante el tiempo de adviento. La palabra “adviento” viene del latín “adventus” que significa literalmente la “llegada” o la “venida” de algo o de alguien. El himno tradicional del adviento empieza diciendo: “Ven, Emanuel”.

Aunque muchos cristianos hoy en día celebran el adviento en las semanas previas a la navidad, los primeros cristianos usaban la expresión “¡Maranathá!, ¡Ven, Señor!” como una oración regular a lo largo del año, especialmente durante su celebración semanal de la Cena del Señor o Eucaristía. La Didaché (también llamada la Enseñanza de los doce apóstoles), que es un manual cristiano de mediados o finales del siglo primero, incluye la siguiente oración y monición para la celebración semanal:

Venga la gracia y pase este mundo. Hosanna al Dios de David. El que sea santo, que se acerque. El que no lo es, que se arrepienta. Maranatha. Amén. – Didaché 10,6

¿Por qué es que Pablo y los primeros cristianos usaban este lema con regularidad – “¡Maranathá!” [¡Ven Señor!]? Esta oración está relacionada con la oración que Jesús enseñó a sus discípulos: “Venga tu Reino” (Mateo 5:10; Lucas 11:2). Cuando oramos por la venida del Reino de Dios, pedimos que Dios nos envíe a su hijo, al Señor Jesús, que venga y reine sobre nosotros como Rey y Señor de todo. Oramos para que él venga a completar su obra redentora – a unir todas las cosas en Cristo y hacer nuevas todas las cosas.

¿Cómo es que el Señor Jesús reina sobre nosotros aquí y ahora? Por medio de su Palabra y de su Espíritu. El Reino de Dios viene a aquellos que rinden sus vidas a él, que obedecen su palabra y ceden a la obra purificadora del Espíritu Santo que nos transforma en imagen de Cristo. La marca que distingue a los discípulos de Jesús – su cuerpo en la tierra – es su amor los unos por los otros.

« De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros» (Juan 13:35).

El tiempo de adviento nos recuerda que somos una señal del Reino de Dios, su presencia redentora y su amor misericordioso. Cristo quiere que nuestro amor no sea tibio, sino caliente e intenso (Apocalipsis 2:4 y 3:15-16). El fuego del amor de Cristo nos consumirá si dejamos que nuestras mentes y nuestros corazones sean dominados y empoderados con el amor de Cristo. Hagan todo con amor. (1 Corintios 16:14).

Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca. – Hebreos 10:24-25

El que da testimonio de estas cosas, dice: «Sí, vengo pronto». Amén. ¡Ven, Señor Jesús! – Apocalipsis 22:20

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Don Schwager es un miebro de los  Siervos de la Palabra y autor de La Palabra Diaria: Lecturas y Meditaciones. Tomado de  La Palabra Diaria: Lecturas Meditaciones. Usado con permiso.