Para algunos de nosotros, el enfoque que estamos tomando este año para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos puede despertar una fuerte objeción. Esta objeción se escucharía más o menos así: ¿No deberíamos lamentar nuestra desunión en lugar de celebrarla? Al ofrecer la apreciación por las fortalezas de las diversas tradiciones cristianas y orando por esas tradiciones, ¿no estamos yéndonos por la peligrosa senda de «celebrar la diversidad» en sí misma, e ignorar las discrepancias en asuntos relativos a la verdad?

Esta objeción está fundamentada si enfocamos equivocadamente nuestra oración por las diferentes tradiciones. La diversidad puede ser, ciertamente, una cosa hermosa; la diferencia y la distinción están entretejidas en la tela de la creación, arraigadas en el mismo Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo en distinción irreductible y unidad inseparable. Sin embargo, el pueblo cristiano es deficiente en la unidad, y eso es lo que dio lugar a esta semana de oración sincera. Ciertamente no queremos orar por la perpetuación de la división. ¿Entonces, qué queremos hacer?

Primeramente, al ofrecer una apreciación de las fortalezas de las distintas tradiciones, queremos reconocer con gratitud aquellos elementos que podemos aplaudir, y que, de hecho, pertenecen al pueblo cristiano como un todo. Apreciar el celo por la misión de la tradición Evangélica, por ejemplo, ha alimentado el celo por la predicación del Evangelio entre Católicos y Ortodoxos en el último siglo. Además, al orar por cada una de las tradiciones, no estamos pidiendo por la liberación de la perpetuación de posiciones teológicas que están actualmente en disputa. En cambio, queremos orar por una renovación en el conocimiento y el amor de Cristo, por un aumento en la fe, la esperanza y el amor que nos permita acercarnos a Aquel que es la Verdad, y también acercarnos a los demás.

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El Dr. John Yocum es un es un anciano de los Siervos de la Palabra y enseña en el Seminario Sacred Heart en Detroit, Michigan, EEUU.