Mateo 2:9 “La estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos.” 

Guiados por un mismo Señor

Lectura: 

El Señor iba al frente de ellos en una columna de nube.

Éxodo 13:17-14:4

Reflexión:

Una y otra vez, las escrituras nos muestran cómo el Señor Dios camina con su pueblo, lo protege y vela por él de día y de noche. El camino puede no ser siempre recto: a veces nos lleva a volver sobre nuestros pasos y otras veces a regresar por un camino diferente. Pero en todo nuestro recorrido por la vida, podemos confiar en que, Dios, quien no «duerme ni dormita», nos protege para que nuestros pies no resbalen y caigamos. 

Incluso en la oscuridad más grande, la luz de Dios está con nosotros. Su luz brilla a través de los profetas enviados para guiar al pueblo de Dios por el camino señalado y recordarle la alianza. De una manera más perfecta, al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envía a su Hijo unigénito, Jesucristo. Él es la luz que guía a todas las naciones, la gloria de Dios en el mundo, la fuente de vida divina y, con su sangre, sella una nueva alianza. 

En la Espada del Espíritu, vemos que el camino hacia la unidad de unos con otros –y, por ende, hacia una unión más estrecha con Cristo– no siempre está claro. En nuestros serios intentos de construir la unidad nosotros mismos, es muy fácil perder de vista este mensaje fundamental de las Escrituras: Dios no abandona a su pueblo, ni en sus fracasos, ni en sus divisiones. No solo es un mensaje de esperanza para los cristianos, sino para todo el mundo. Tal como nos recuerda la historia de los Magos, Dios guía a personas de todo tipo, con la luz de la estrella, hasta donde se encuentra Cristo, la luz del mundo. 

Dios envía al Espíritu Santo, cuya luz nos permite ver con los ojos de la fe la verdad del divino Niño y el llamado a la unidad y a la reconciliación de todas las cosas en Él. Este Espíritu es quien nos rescata de la oscuridad y la tragedia y nos conduce a la luz y a la vida de Cristo.

Oración:

Señor Dios, Padre nuestro, tú enviaste la estrella para guiar a los Magos hasta tu Hijo unigénito. Aumenta nuestra esperanza en ti y haznos saber en todo momento que caminas con nosotros, velando por tu pueblo. Enséñanos a seguir la guía de tu Espíritu Santo, para que seamos conducidos a nuestra unión en Jesucristo, luz del mundo. Abre nuestros ojos a tu Espíritu Santo y alienta nuestra fe, para que proclamemos sin reservas que, Jesús es el Señor, y lo adoremos y nos regocijemos en él al igual que hicieron los Magos en Belén. Te pedimos estas bendiciones en nombre de tu Hijo Jesucristo. Amén.

Oración para el Día del Señor

Esta oración puede utilizarse después de la bendición del vino, del mismo modo que otras variaciones según la época del año de la Ceremonia de Apertura del Día del Señor.

Líder: Démosle gracias de modo especial en este día por la unidad que disfrutamos en el Cuerpo del Cristo y por nuestro llamado a la vida ecuménica en La Espada del Espíritu. Que todos seamos perfectamente uno, para que el mundo conozca y crea. Señor Dios nuestro, tú nos estás conduciendo a la plenitud de la unidad mediante la obra de tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

Grupo: Ahora vivimos con él por el Espíritu Santo y aguardamos el día en que habitaremos con él en tu Reino para siempre.


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