Mateo 2:6 “Y tú, Belén… no eres la menor.”

Pequeños y afligidos, pero nada nos falta.

Lectura:

De ti ha de salir aquel que ha de dominar en Israel.  

Miqueas 5:1-5a, 7-8 

Reflexión: 

Desde la pequeña y modesta ciudad de Belén, el Señor, el Hijo de Dios, hizo su entrada en el mundo. Desde el vientre de una humilde aldeana, tomó carne humana y eligió vivir su humanidad con discreción y sencillez. Se convirtió en un pequeño rayo de luz para nuestros ojos, y esa luz ha llenado la tierra. De la insignificancia de Belén ha salido un gobernante, el pastor y guardián de nuestras almas. Y aunque es nuestro pastor, se convirtió en el Cordero que cargó con los pecados del mundo para que pudiéramos ser sanados.

Aunque de poca importancia entre los grandes clanes de Judá, Belén se hizo grande por el nacimiento del Pastor de todos los pastores, el Rey de todos los reyes. Belén, nombre que significa «casa del pan», puede ser una metáfora de la Iglesia que trae al mundo el pan de vida. La Iglesia, el Belén de hoy, sigue siendo el lugar donde los débiles, los impotentes y los pequeños son acogidos porque, en ella, cada uno tiene un lugar. La recolección de estos granos se convierte en la cosecha. La levadura unida se convierte en una fuerza poderosa. Los rayos concentrados se convierten en una luz que guía. 

En medio de la agitación política, la creciente cultura de la codicia y el abuso de poder en este mundo, los cristianos, como muchos más en el Medio Oriente, sufren persecución y experimentan una sensación de marginación, viviendo con miedo a la violencia y la injusticia. Sin embargo, los cristianos afrontan este miedo con esperanza, proclamando que el Pastor camina con ellos, reuniéndolos en un solo redil y haciendo de ellos un símbolo de su presencia amorosa. Unidos, son la levadura que fermenta toda la masa. En Cristo encuentran un modelo de humildad, y de Él escuchan un llamado a superar las divisiones y a estar unidos en un solo rebaño. Aunque son pocos, en su aflicción siguen los pasos del Cordero, que padeció por la salvación del mundo. Aunque son pocos, están firmes en la esperanza, sin que nada les falte. 

Oración:

Buen Pastor, la fragmentación del pequeño rebaño entristece a tu Santo Espíritu. Perdona nuestros esfuerzos insuficientes y la lentitud en la búsqueda de tu voluntad. Concede a nuestras comunidades pastores sabios según tu corazón, que nos conduzcan con rectitud y santidad, a la unidad en ti. Te pedimos, Señor, que escuches nuestra oración. Amén.

Testimonio Cristiano: Aquello que nos une

Soy Garo Saraf, tengo 55 años y soy miembro de la Iglesia Apostólica Armenia Ortodoxa de Estambul, una iglesia con una historia y una tradición de 1700 años, de gran riqueza espi-ritual, litúrgica y de enseñanza, transmitida por los Apóstoles de Cristo y los Padres Apostólicos.

Desde temprana edad, bajo la guía de mi difunto padre, empecé a dar pequeños pasos que me llevaron a participar activamente en la vida y el servicio de mi iglesia.

Sin embargo, seguía sin tener una conexión personal con el Dios vivo, hasta hace 15 años cuando fui invitado a un seminario de Vida en el Espíritu por el párroco de mi iglesia, el padre Drtad Uzunyan. Esto provocó un cambio radical en mi vida espiritual, al igual que en toda mi presencia y servicio dentro de la vida y la liturgia de la iglesia: todo se volvió mucho más vivo y vivificante.

Entre muchos otros servicios, tuve el privilegio de participar en los esfuerzos ecuménicos de mi Iglesia. En este contexto, trabajé en un subcomité de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa oriental, para traducir al inglés un libro titulado ‘Enseñanzas fundamentales del Cristianismo’ (Christianity: Fundamental Teachings).

Estambul es una de las ciudades más destacadas de la Cristiandad. Desde los inicios de la era cristiana, esta ciudad ha sido un centro de enseñanza y liderazgo, lo cual ha influido en muchas naciones cristianas. Los concilios ecuménicos que determinaron las doctrinas fundamentales del cristianismo se celebraron, o bien, se organizaron en esta ciudad. Incluso hoy, aunque mucho más reducida, Estambul mantiene una presencia cristiana. El mosaico multiétnico de iglesias griegas, armenias, sirias, latinas, caldeas y turcas, que representan a todas las grandes denominaciones cristianas, muestra una vitalidad que podría ser un ejemplo vivo para todo el mundo cristiano. Estas iglesias hermanas que se reúnen en varias ocasiones han impulsado una gran cantidad de proyectos y eventos de colaboración. El libro mencionado anteriormente es uno de los frutos de tales esfuerzos.

Inicialmente, este libro fue escrito en turco por nuestro Patriarca Armenio Sahak II en su cargo dentro la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico. Luego, esta comisión consideró oportuno que se tradujera al inglés, para ponerlo a disposición del mundo cristiano en general. Se formó una subcomisión y yo estuve allí representando a las Iglesias Ortodoxa Armenia y Ortodoxa Siria. 

A través de este libro, las principales iglesias de Turquía envían un importante recordatorio y un mensaje a todo cristiano en el mundo: que aquello que nos une es incomparablemente mayor a lo que nos divide.  

Como afirma nuestro patriarca en la introducción de la versión inglesa del libro: Es hora de dejar de mirar el punto negro en la hoja blanca y mirar la página entera. 

¡Que el Señor nos conceda a todos el amor y la sabiduría para lograrlo!


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