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por Alina García Hernández

Dios ha bendecido a la Espada del Espíritu abundantemente y de distintas formas. Ha sido su idea que nuestras comunidades existan y vivan de una forma tan peculiar. En nuestras comunidades buscamos vivir radicalmente el llamado en una relación de alianza con otros hermanos.

Nuestras comunidades se integran de familias y solteros. Sin embargo, muchos de los jóvenes que hoy viven este estilo de vida han sido llamados de una manera singular – algo que incluso nuestros fundadores no pudieron experimentar.

Muchos de nosotros hemos llegado a la vida comunitaria sin ser “consultados”, simplemente nacimos o crecimos aquí. Tengo la certeza de que Dios lo quiso así por una razón. Confío plenamente en que hemos sido escogidos de esta manera para ser y para hacer algo especial para Dios.

Me he dado a la tarea de conocer el punto de vista de diferentes hermanos y hermanas que lo han vivido así y voy a publicar una historia cada vez. Esta es la historia de esta semana:

 

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Sarahí Anleu, Comunidad Jésed, Monterrey, México

Para mí, la escogencia de Dios ha sido una constante entrega y abandono en cada área y etapa de mi vida, experimenté su escogencia desde la adolescencia pues me protegió y me guio en buenos ambientes y me alejó de cierto tipo de personas (que hubieran sido una mala influencia para mi).

Tuve mis dudas sobre el llamado en mi adolescencia debido al trato que recibía de parte de mis compañeras. Siempre ha sido un reto para mí poder tener relaciones estrechas en comunidad con las cuales caminar hacia Dios.

Por años no solo me sentí, sino que fui el «bicho raro» y no por ser una mala persona sino, al contrario, por querer hacer las cosas bien y darle una oportunidad al llamado en mi vida.

Sinceramente, no sé si habría llegado o elegido comunidad por cuenta propia, la verdad es que aun a veces me es difícil aceptar todo lo que conlleva el llamado y más cuando no estoy de acuerdo con otras personas por sus actitudes o acciones. Al final si este es mi hogar. Dios me habría traído de alguna u otra forma, pero el amor y celo que tengo no habrían crecido de la misma manera.

La voluntad de Dios es perfecta y todo propósito de él en mi vida tiene una plan perfecto a pesar de que no siempre me guste o me sea fácil, haber nacido en comunidad fue prácticamente su forma de decirme que soy especial para él, que me pensó muy bien al crearme, que me ama y que el llamado es mi hogar, el cual tendría que abrazar y perdonar a pesar de todo.

Mi visión de felicidad está basada en Cristo. En una oración donde los padres oraron por los hijos, Él me dijo que este era el lugar donde me quería, que sabía cuánto había sufrido y que él no era ajeno a esto sino que él quería que abrazara el llamado porque él me necesitaba para ser un pilar dentro del baluarte.

Yo no puedo negar que su plan mí al nacer en comunidad sea perfecto. Yo soy feliz por ser hija de Dios y si es en comunidad donde él me quiere, lo abrazo felizmente. Me he entregado en todo, servicio, compromiso, amor, lealtad. Le he permitido a Dios reafirmarme su llamado en cada retiro, encuentro, conferencia, misión y toda actividad a la cual he asistido y estoy dispuesta a vivir y dar mi vida por este llamado pues creo en el llamado y en el que hace ese llamado.

Verdaderamente animo a todo joven que ha sido invitado por Dios al nacer dentro de este pueblo a darse la oportunidad de descubrir – a través del servicio, las actividades, oraciones y personas – que vale la pena.

No es fácil – para mí no lo fue, ni lo ha sido – pero vivir el llamado me ha dado libertad, fuerza, amor, carácter, madurez y misericordia y eso no lo encuentras fácilmente hoy en día.

Los invito a darle la oportunidad a Dios de manifestarse en sus vidas, dando todo nuestro tiempo, compromiso, atención y entrega. Realmente vale la pena.

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¡Me encanta que no me hubieran preguntado! Doy gracias a Dios por la bendición  de poner en nosotros ese regalo especial para esta vida que pensó, porque nos pensó para vivirla, amarla y defenderla tal cual la causa de Cristo. ‘

Yo soy hija comunitaria y soy hija de Dios.

Alina María García Hernández,  Verbum Dei. Mexicali, México.

 

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Alina García es miembro de la Comunidad Verbum Dei en Mexicali, México. Sarahí Anleu es miembro de la Comunidad Jésed en Monterrey, México.

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