El aspecto más importante para mi de vivir en una comunidad ecuménica de la Espada del Espíritu es que diariamente he orado y compartido con hermanos de distintas denominaciones cristianas por casi 40 años.

Yo crecí en Belfast, Irlanda del Norte en los 1960s/70s y me tocó vivir “El conflicto norirlandés” (30 años de violencia y disturbios civiles, principalmente a causa de la intolerancia entre protestantes y católicos, entre unionistas y nacionalistas… Mas de 3,500 murieron en el conflicto). Por supuesto que hay una historia larga y complicada sobre todo esto, pero como alguien que vivió un área predominantemente católica de Belfast, y habiendo sido educada por mojas dominicas de los 5 a los 18 años, mi contacto con protestantes había sido mínimo. Sin embargo, durante mi adolescencia, el Señor empezó a despertar una inquietud en mí al reflexionar en su deseo por la unidad de su pueblo y su iglesia, pero no tuve oportunidad de explorar esto.

Mi primera conexión, y posterior compromiso con comunidad, fue por medio de una reunión de oración carismática católica a la que fui en mi adolescencia, con un grupo de unos 15-20 adultos. Desde que me acomodé en mi lugar sentí que el Señor intervino rápidamente y, mediante la dirección profética, ¡nos habló claramente de unirnos a un grupo más grande de protestantes del otro lado de la ciudad! No solo para juntarnos ocasionalmente y ver como nos iba, sino para integrarnos plenamente y formar una comunidad. No puedo describir la locura que me parecía eso en ese momento, además del riesgo personal y la preocupación de mi familia y amigos. Pero también estábamos emocionados; se sentía radical, y de algún modo sabíamos que venía de Dios. Ciertamente y sin embargo, no fue fácil. Tuvimos que reconocer nuestras diferencias teológicas y sobrepasar nuestros propios prejuicios e ideas equivocadas, pero con la gracia del Señor hemos vivido en la comunidad ecuménica Charis desde entonces.

Personalmente, vivir en una comunidad ecuménica ha sido vital pues mi esposo (en la foto abajo) y mis hijos son anglicanos. Ha sido una fuente de gozo y fortaleza para nosotros poder animarnos a ser el mejor católico o protestante que podamos, y ser doblemente bendecidos al experimentar las riquezas únicas de cada denominación. Me encanta vivir esta vida de misión con otros cristianos que tienen el ecumenismo en su ADN, que están dispuesto a seguirlo a Él y reflejar Su corazón por la unidad    


Florence es parte de la comunidad Charis en Belfast, Irlanda del Norte y es parte de un matrimonio ecuménico.

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